miércoles, 8 de septiembre de 2010

MIÉRCOLES (8 de septiembre)

Un inevitable mal aqueja a este espíritu profano que habita en connivencia con mi ego. Se ha ido con su Santo al cielo -no pregunten a cual- dejándome imposibilitado de cuerpo y mente. Inánime y desplomado a la espera de un buen meneo revitalizador.

lunes, 26 de octubre de 2009

LUNES (26 de octubre)

Esta historia de los conejos deberé terminarla en otra ocasión. Ahora he vuelto a llevar una vida más convencional. Me levanto, voy a trabajar, vuelvo a casa... Nada que no haga la gran mayoría de la gente con la que me relaciono.

Estoy podando unos árboles frutales que viven en mi jardín. "Pincho" anda trasteando por aquí. Le miro y él me devuelve su mirada confiada. No parece inquietarle que yo lleve un hacha en la mano y tampoco el hecho de que haya acabado con mi dieta de conejos por un tiempo -por razones obvias-. ¡Ay! "Pincho", te gusta vivir peligrosamente...

Mi vecino el profesor de matemáticas y a la postre tutor legal de "Pincho", se ha pasado a devolverme un par de libros que le presté: "Espuma de cerveza en el bigote" y "Ars masturbatoria". Este último no es mio, pero como el título me ha llamado la atención, no le he dicho nada y lo he aceptado. Ha entrado por el patio y nos ha visto a "Pincho" y a mí cada uno a lo suyo. Se ha fijado en la disposición de los árboles y ha sacado una libreta donde se ha puesto a hacer anotaciones murmurando no sé qué de vectores y constantes no lógicas. He estado a punto de ofrecerle una cerveza, pero me lo he pensado mejor. Me ha preguntado si "Pincho" me molestaba y me ha pedido que le devuelva la visita.

Después de acabar en el jardín, voy a relajarme con un poco de lectura.

miércoles, 7 de octubre de 2009

DOMINGO (25 de octubre)

Pasé siete días con ellos, viví como ellos. Siguieron arrojándose a las vías del tren... cosas de conejos.

Desperté en mi casa, cubierto de polvo, famélico y cansado hasta la médula. Efectos secundarios de la desintoxicación de los hongos sinestésicos.

En cuanto a mi vecina, fue el catalizador que me devolvió estos recuerdos...

lunes, 5 de octubre de 2009

LUNES (5 de octubre)

Comprendedme bien.

Siendo como soy, estas cosas no tendrían que sorprenderme. Pero pasó. Estos conejos se comunican a un nivel incomprensible. Tienen toda una cultura y una historia propia. Yo soy para ellos en cierta manera un "servicio público". Me tienen un gran respeto, y me han visto. Quiero decir que me "ven" con todo lo que ello comporta... Atended; cuando encontramos un conejo muerto en la carretera, no es accidental. Yo lo llamaba en plan un tanto irónico "suicidios", y sí lo son. Para ellos tienen una finalidad que no entiendo del todo -bueno, ni siquiera un poco-. Consideran un gran favor el que recogiera los cuerpos de sus congéneres atropellados por mí y me los comiera -así es como entré a formar parte de su ¿clan?, ¿sociedad?-. Al hacer eso me uní en comunión con ellos. Yo les había dado algo, y ellos me dieron esto. Una visión de su mundo y un estatus dentro de el.

Tened en cuenta que bajo los efectos de esta sinestesia inducida, recibía la información de forma totalmente anómala. Imaginaros "Crimen y Castigo" resumido en tres frases. Pues es lo que os estoy entregando. Un resumen de algo muy extenso...

sábado, 3 de octubre de 2009

SABADO (3 de octubre)

...Me habían secuestrado LOS CONEJOS, así con mayúsculas. No fue un secuestro propiamente dicho, más bien...un rescate y una curación. El líquido con el que calmaron mi sed no era agua. Era una especie de antídoto. Ellos ya conocían los hongos que utilicé en la fórmula de la cerveza...Me adelanto, así que voy a contarlo como sucedió. Me depositaron en el centro de la cantera. Parecía un lugar de reunión habitual para ellos. Viéndolos allí, tan blanquitos algunos, otros de un elegante gris marengo, negros, con manchas...me entró hambre. Yo veo conejos y me entra hambre. Es inevitable. Ellos percibieron algo pues comenzó un ronroneo donde antes solo estaba un silencio raro. Al cabo, uno de ellos se acercó y dejó a mis pies lo que parecían champiñones portobello. Me acordé de "Alicia en el País de las Maravillas" incluso me pareció escuchar -come-. Miraba a los conejos, miraba los hongos... a los conejos... los hongos... el rum-rum... Mi mano se fue sola a la ofrenda y agarrando un puñado me lo metí en la boca. Mastiqué y tragué. Y no caí muerto (que mientras tragaba eso, lo esperaba) El rum-rum se apagó -mira como en una película -pensé- y en su lugar una sinfonía de sensaciones me inundó. Sensaciones que no se correspondían con los canales adecuados por los que las percibía. Me había vuelto sinestésico. Y entendí muchas cosas...

miércoles, 30 de septiembre de 2009

MIÉRCOLES (30 de septiembre)

Sigo recordando...

Después de tomarse la cerveza, mi vecina pareció olvidar porqué estaba allí. Se marchó y al poco volvió con unas garrafas que rellenó directamente de la cuba. Y volvió a irse.

Estuve un día entero en el suelo sin poder moverme. La noche se cerró y la sed torturante estaba por rematarme cuando sentí algo fresco derramándose en mis labios. Otro poco de frescor, y otro poco...hasta que pude tragar algo de líquido. Una multitud de ojos relucientes me rodeaba -estoy alucinando -pensé-. Suaves caricias en mi cara, mis manos, mis piernas. Muy sensual todo... y de repente sentí despegarme del suelo. Razonando que estaba teniendo un viaje lisérgico y que luego me moriría (hacía mucho que no lo hacía) quise disfrutar de ello y no me molesté en intentar comprender lo que me estaba pasando. Cada vez que cerraba los ojos dejándome llevar, el paisaje cambiaba. Cuando por fin me detuve y sentí de nuevo el suelo sobre mi espalda, abrí los ojos y reconocí el lugar. Era la cantera de la que sacaban la grava para rellenar el trazado del "Tren Más Rápido de lo Normal". Los ojos relucientes se mostraban ahora acompañados de unos dientes muy blancos -¿conejos? ¿me han secuestrado unos conejos?...

martes, 29 de septiembre de 2009

MARTES (29 de septiembre)

Varias cosas me han ocurrido...

El olor que no podía identificar cuando desperté en el suelo del garaje y cubierto de polvo, era el olor de mi vecina. Resulta que "Pincho" no me estaba rehuyendo a mí. Lo que le repelía era precisamente el rastro oloroso que había impregnado mi casa. Los cerdos tienen un sentido del olfato muy desarrollado, de hecho, son utilizados para encontrar trufas, pero a "Pincho" su olfato le había disparado una alarma.

Ya dije que notaba a mi vecina distinta. Un cambio tan brusco de personalidad en alguien no ocurre porque sí. Mi vecina de repente se había convertido en una perfecta seductora. Sin entrar en demasiados detalles, el día que se plantó en mi casa, buscaba algo más que mi compañía. Quería más cerveza casera. Ella fue quién me encontró cuando decanté la primera pinta de mi cerveza experimental. Se había armado de valor y vino a interrogarme sobre el asunto de su gato. Vio luz en el garaje y como la puerta no estaba cerrada, entró y me halló tirado en el suelo en estado comatoso y sudando copiosamente. Hacía bastante calor a decir verdad, por lo que se le puede perdonar que estando tan a mano un pichel lleno de lo que parecía (y es) apetecible cerveza, se trasegase una buena medida de lo que a la postre desencadenó ese cambio en ella...

sábado, 26 de septiembre de 2009

SÁBADO (26 de septiembre)

Una visita inesperada.

Mi vecina, la dueña del gato que me comí y esposa de mi vecino micólogo aficionado, ha llamado a mi puerta. No lo esperaba y mi cara lo reflejó a la perfección. Ella tampoco esperó a que le franqueara el paso, se adueñó de la situación y se coló en mi casa como si lo hiciera todos los días. Traía la caja de cervezas que había depositado en su puerta: -Toma, mi marido no las ha probado, pero yo me he tomado una cada noche-. Otra vez mi cara gritando que estaba alelado. No solo porque esta vecina no tenía ningún parecido con la mojigata que guardaba en mi recuerdo. No, si solo fuera eso... pero irradiaba un magnetismo que casi se podía oler. Era evidente que estaba sorprendido. Su marido tenía que haber sido el objeto de mi estudio sobre los efectos de la dichosa cerveza sobre un ser humano, ya que de mi experiencia poco había sacado hasta el momento. Esta vez quería ser testigo de cómo afectaba a otra persona. Mi vecino era el sujeto perfecto. Su mujer no entraba en mis planes, pero parece que soy yo quien está entrando en los suyos. No deja de mirarme y ese olor...ese olor...